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jueves, 11 de febrero de 2010

09-02-2010


09-02-2010- Olvidé publicarlo!

La lluvia sigue y sigue. La mía ha sido noche de tormenta y ha amanecido un día gris, frío y lejano. Llevo el piloto automático. Escucho la inusual voz de Cole Porter, en la calle mi plantita, que todos creían que moriría enseguida, mueve sus verdes hojas al son de la húmeda brisa. Nadie creía que esa plantita lo consiguiera. El invierno está siendo duro para ella, pero crece y crece, alta y orgullosa. Pasa la gente, abrigada y de nuevo con sus paraguas de varillas amenazadoras que dicen: No te acerques a mi dueño/a, él/ella me compró en El Corte Inglés, él/ella no quiere mojarse, no te acerques o me engancharé a tu pelo. Incluso es posible que te saque un ojo. Atrás!

Estoy enfrascada con el libro de Steinbeck, Las Uvas de la ira. Y a cada frase siento un nuevo pálpito y mi admiración se desborda una y otra vez. Hombres y mujeres, niños y ancianos, desterrados de sus casas, de sus trabajos, de sus vidas. Resignados a abandonar la tierra que tan patrióticamente aman. Hombres de campo, mujeres de sus casas, niños descalzos. Todos on the road 66 hacia California en busca del gran Sueño Americano. ¿Acaso no es eso lo que, de un modo u otro, todos buscamos?

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