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domingo, 2 de mayo de 2010

LA TERAPIA ( Primer día)


LA TERAPIA: PRIMER DIA


El caso es que odio la música de los tiovivos. Supongo que es porque fue en uno de esos cacharros donde se cargaron a mi padre de un disparo. Yo estaba con él, pero no recuerdo nada, creo que mi mente hizo eso que ustedes llaman Mecanismo de Autodefensa o algo parecido. Lo borró todo de mi cabeza. Me molesta no poder recordar tan importante suceso. No sé mucho sobre Hipnosis pero a veces pienso en ello como una solución, he leído un poco de Freud, y la subnormal de mi vecina que siempre esta haciendo yoga, meditando y viajando astralmente para espiar a las estrellas de cine, me ha explicado un par de cosas. No deje que el término subnormal le confunda, mi vecina es una buena persona, lo que pasa es que pasó por una infancia demasiado normal, lo típico: Padre alcohólico llega a casa y azota a madre de diecisiete años hasta que se cansa, sólo porque la noche en que la preñó estaba tan borracho que no se dio cuenta de que era negra, y cuando se dispuso a darse a la fuga, fue sorprendido por un papá muy negro y muy cabreado, que amenazó con romperle el espinazo si no se hacía cargo de su hija y de su barriga.

Lo cierto es que no tengo ni idea de la infancia de la loca de mi vecina y tampoco me importa. Sólo quiero que deje de patear mi puerta cada vez que tiene una de sus visiones. Como aquella vez que llamó a las cuatro de la madrugada para decirme que Bono y Ted Bundy intercambiaban sus almas. Respondí que me parecía genial y le cerré la puerta en los morros, porque tenía compañía aquella noche y la loca negra de mi vecina me había interrumpido. Con lo que al sexo se refiere no tengo demasiadas manías pero si he de escoger, me gusta hacerlo con música suave y las luces atenuadas. Qué le vamos a hacer, soy un romántico.
No tengo pareja formal desde hace un año, desde Anne. Ella era una chica estupenda, en serio, creí que sería para siempre, pero eso es lo que todo el mundo piensa cuando está enamorado, y yo lo estaba. Estaba loco por Anne, de modo que no me sorprendió cuando mi mejor amigo se colgó por ella, porque Anne era genial. Lo que sí me sorprendió fue que Anne se enamorara de Mark (mi mejor amigo), porque ella estaba loca por mí y Mark no estaba mi altura (yo le he visto en las duchas del gimnasio y por eso sé de lo que hablo).

La situación no me cuadraba, y he de admitir que aun sigo sin entenderlo. Ya se han casado y ella está embarazada. Fui el padrino de boda, lo cual demuestra que soy una persona que sabe encajar los golpes duros con madurez y entereza, ¿no le parece a usted? Lo que quiero decir es que no les deseo nada malo, ni que su hijo salga mongolo, ni con dos cabezas. ¡Nada de eso! Lo que quiero es que sean felices, eso da a entender que ya no estoy colgado por Anne, ¿no cree usted? Ahora solo quiero pedirle en anillo que le regalé en nuestro primer aniversario. Es un anillo de diamantes carísimo y quiero venderlo para comprarle a mi madre una silla de ruedas nueva.

Robert, mi otro mejor amigo, porque somos un grupo de cuatro, sin contar a Mark, dice que soy un rastrero por pedirle el anillo a Anne. No creo que sea rastrero querer que mi madre paralítica tenga una silla de ruedas automática, con cambio de marchas y posa vasos. Robert sí que es un rastreo! Sin ir más lejos el sábado pasado fuimos los cuatro, sin contar a Mark, al Club 21, que, no sé si usted frecuenta la vida nocturna, pero este club está muy de moda. Robert se ligó a una rubia explosiva llamada Alberta, y el rastrero estaba muy orgulloso con su cacería porque normalmente nunca que come una rosca. ¿Quiere saber qué hizo? Se la llevó a su apartamento de doscientos m2 y lo filmó todo. El domingo nos citó a los cuatro, sin contar a Mark, nos puso el vídeo de su noche con la rubia Alberta, y como quien pone un vídeo de bricolaje, nos empezó a explicar cuales eran las posturas más placenteras, (yo no sabía que había chicas capaces de doblarse tanto).

Cuando Anne y Mark se unen al grupo la cosa apesta, Anne empieza con sus nauseas y sus antojos de helado de pistacho con trufas, bañado con salsa de tomate y zumo de manzana caliente. De modo que las pasamos negras para satisfacer a la preñada de mi ex, que ahora es la esposa de mi ex mejor amigo. Digo ex mejor amigo porque tener a un padre como mejor amigo me hace sentir viejo y no lo soy, sólo tengo veintisiete años y medio, estoy en la flor de la vida. No me martiriza en absoluto eso de pasar del cuarto de siglo, no tengo ni una arruga y a las chicas de veinte años les atraen los hombres con experiencia. Pongo por ejemplo a Josephine, que es la hija de mi ex pediatra y que ahora vive en el edificio contiguo al mío. Pues bien, Jos tiene veintiún años y está en la facultad de medicina. La conocí una noche mientras cenaba con Paul y su hermana Ronda en un restaurante de lo más chic. De camino al excusado, Ronda, se encontró con su mejor amiga, Josephine, esta había ido a cenar con sus padres los cuales habían empezado a discutir, como siempre. De manera que Ronda, que aunque muy fea es de lo mas servicial, la invitó a cenar con nosotros. Fue hablando con ella como me enteré de que la vieja bruja de mi pediatra era su madre. El hecho es que a Jos le vuelven loca los cuarentones, pero como aun no se atreve con ninguno, se conforma con los de mi edad, dice que somos muy monos. Me encanta Jos.

Hace un mes que me enteré de que la horrenda hermana de Paul es lesbiana. Respiré tranquilo porque una vez me acompañó a casa estando yo muy borracho. Ella, que es abstemia, me metió en la cama y cuando desperté lo hice sólo con los calcetines puestos. Sentí un pánico infinito que luego derivó en feroces pesadillas.
Ahora estoy tranquilo, sólo le van las chicas de manera que sé que no ocurrió nada entre aquella cosa y yo. No es que desprecie a las feas, no lo hago en absoluto, sin ir mas lejos, estuve saliendo con Rose Reves durante tres semanas, dos días y catorce horas más o menos, no llevo bien la cuenta. No exagero ni un ápice cuando le digo que ya en el instituto era la más fea y gorda con diferencia. También valoro mucho la calidad intelectual de las chicas con las que salgo, y adoro la gran personalidad que tienen las feas para disimular que son feas.

Anne era guapa e inteligente al cien por cien, con una encantadora personalidad, pero ha hecho falta que se casara con Mark para darme cuenta de que algo fallaba en ella, creo que si se hubiera casado conmigo, nunca lo hubiera visto. Pero no me mal interprete, aun sigo pensando que Anne es una mujer genial.


Lo peor de todo es que Robert piensa que quiero regalarle el anillo de diamantes a Emma, una chica que conocí en el Club 21 hará cosa de dos meses. Emma y yo nos vemos de vez en cuando, hacemos buen sexo, cocina muy bien, es increíblemente guapa, y tiene seis dedos en el pie derecho. ¿Qué más puedo pedir? Se preguntarán algunos, pero yo, que no conozco la respuesta, solo podría decir que sé que no es ella, ella no es la chica con la que iría a una isla desierta a vivir felices y a comer perdices. No se crea, tampoco me iría con Anne. ¡A estas alturas! El caso es que a Emma no le regalaría ni un anillo de cristal reciclado.
¿Qué sabe usted sobre la hipnosis? No, no, déjelo, creo que no estoy preparado para ver morir a mi padre. Supongo que es por eso por lo que admiro tanto a mi madre. Ella no tuvo elección, daba lo mismo si estaba preparada para ver como le arrebataban a su esposo y padre de su maravilloso hijo de un disparo en el cuello. Pero lo vio, lo vio todo mientras sostenía un bastón de caramelo que tenia pensado darme cuando bajara del tiovivo, y algunos juguetes que mi padre y yo habíamos ganado tirando dardos a una ruleta. No recuerdo nada de lo sucedido. Con el paso de los años he reconstruido ese día en mi mente, juntando las piezas de lo que mi madre me ha ido contando. Y yo no la culpé cuando diez años más tarde del asesinato de mi padre, contrajo matrimonio con un alemán exiliado, ex miembro de las S.S., cojo y con todo el cuerpo lleno de cicatrices debido a las torturas que había recibido como castigo por traicionar a su país.

El alemán se enamoró de mi madre, que aun era muy guapa, se casó con ella y pasó a ser mi segundo padre. Pero no se crea que no siento odio por los alemanes, les odio a todos menos a uno.

Gracias a él hablo bastante bien alemán. Nunca me ha servido de mucho con las mujeres. Siempre me acaban preguntando: ¿Y francés no hablas?

Sin ir mas lejos, la loca de mi vecina tuvo un novio alemán, una mañana me lo crucé en el ascensor, él había pasado la noche con la subnormal e iba a trabajar con una sonrisa post-coito, y el nudo de la corbata tan grueso que parecía el puño de un negro bajo su nuez. La loca se lo habría hecho prometiéndole que estaría guapísimo. El alemán en cuestión no apareció más y me consta que la loca lo esperó, no quiera saber qué pasó en el ascensor.

Recuerdo la única vez que he visto borracha a la idiota de mi vecina negra. Llamó a mi puerta vestida con un diminuto salto de cama transparente y los ojos en blanco. Aquella visión por poco me produce un ataque al corazón, intenté cerrar la puerta y hasta le pillé los dedos. Pero ella se abrió paso a empujones y se dirigió directamente a mi habitación, se tumbó en la cama y me dijo: _ Ayer me acosté con James Dean, hoy, el afortunado eres tú.

Me encerré en el cuarto de baño porque soy incapaz de pegar a una mujer, aunque se trate de la loca de mi vecina.

Ella me decía, a través de la puerta, todas las guarradas que me iba a hacer una vez me tuviera desnudo y atado de pies y manos. Con el desagradable sonido de su voz, (que sonaba como un gato a que le chamuscan la cola), como música de fondo, tomé una larga ducha, me afeité concienzudamente, me cepillé los dientes (con hilo dental incluido), me corté y limé las uñas de los pies y llamé por teléfono a mi restaurante Italiano favorito, encargue Espagueti al pesto y una Cuatro Estaciones (y Mark se mofaba de mi por tener teléfono en el baño). Cuando abrí la puerta la encontré allí plantada, con su cara de retrasada mental y expresión suplicante, apestando a alcohol. Le di un puñetazo en plena cara, mandando al traste mis principios, lo que la hizo caer de espaldas al suelo, con las piernas abiertas y como no levaba bragas el espectáculo fue lamentable.

La llevé a su apartamento y la tiré directamente sobre la cama sin miramientos. Al día siguiente, la pobre no recordaba nada. Pero desde entonces yo no puedo mirarla directamente a la cara, porque siempre que lo hago la veo allí tumbada, con su salto de cama transparente, despatarrada y sin bragas. Me entran nauseas doctor, qué quiere que le diga, uno es sensible. Aunque a pesar de lo ocurrido, continúo pensando que es una buena chica.

Lo que sigue es muy curioso, ¿sabe? Cuando llegó la comida del restaurante, regresé con las bolsas al cuarto de baño, cerré la puerta con cerrojo y comí sentado en la taza del water. Al acabar tiré de la cadena.